Sucedió por esta época que una noche de densa oscuridad cuando el cielo amenazaba con uno de esos aguaceros que hinchan los arroyos y enturbian los ríos y de vez en vez surcaban el espacio los relámpagos, una de las casas mas aisladas notó que a la vuelta de la confluencia del Hormiguero con el Ahoga-Pollos aparecía y desaparecía lentamente una pequeña luz rojiza, alzándose o bajando en forma tal que la buena mujer creyó que la tal luz bajaba y subía desde el cielo. Se santiguó cristianamente y cerró su puerta cuidadosamente, apagando de un solo soplo la primitiva candileja de hojalata alimentada con aceite de carbón.

 El Cornito era entonces una hacienda próspera con un río caudaloso que le daba nombre, debido a ese caudal hay una leyenda en torno del mismo, pues cuentan que allá del siglo XVI se enseñoreaba por esos lares un toro de largos cuernos curvados hacia adentro casi hasta encontrarse uno con otro al que llamaban por estas características El toro Cornito.

Las leyendas que han ido pasando de generación en generación, forman parte indisoluble de la idiosincrasia de pueblos y comunidades. Desde los tiempos más remotos, el hombre, se ha encargado, sin proponérselo, de convertirlas en la pieza clave de su historia, llegando a formar parte de su tradición cultural.

Las Tunas es un pueblo de mitos y leyendas que embrujan sus orígenes y dan colorido a la vida en torno a su historia.

Página 2 de 2