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Las Tunas.- Transcurrieron 150 años desde que Perucho Figueredo, montado en la cabalgadura misma, puso letra a la naciente lucha armada por la libertad, con la creación de La Bayamesa. A partir de 1980 se instauró la fecha del 20 de Octubre como Día de la Cultura Nacional, suerte de canto a la esencia de este país en su más amplia extensión.

En materia de talento y entrega en su nombre, tampoco Las Tunas ha quedado atrás. Más allá de bajos presupuestos y dilemas constructivos de algunas instituciones, están siempre la buena energía y el sacrificio personal en la apuesta por el arte. Las páginas de 26 se hacen eco constante de los más enconados sueños en ese sentido. Y podemos dar fe, orgullosos, de cuánto se esculpe aquí por consolidar lo que es espada y escudo de la nación.

Hemos visto escritores puliendo la obra en las madrugadas, diligentes, tras una jornada intensa de apagón. Sabemos de artistas plásticos que invierten hasta lo imposible en los costosos materiales de una exposición y abrazamos al teatro que se hace con perseverancia, aunque signifique algún pequeño de casa durmiendo siestas entre bastidores, porque mamá y papá están en escena, también construyendo su futuro desde la sonrisa de otros niños.

Conocemos del empeño constante de los aficionados, que se desdoblan y tienen un peso medular en la vida cultural de los municipios tuneros. E igual, orondos, avizoramos el empuje de los jóvenes creadores, la constancia de los proyectos comunitarios, los promotores y la tenacidad de la vanguardia cultural por estos lares. Al tiempo que palpamos desvelos mayúsculos, lo mismo en la coreografía de un carnaval que en la logística de un gran concierto.

A todos, los públicos y los anónimos, que sienten el trabajo por la cultura casi como una fe de vida, llegue el abrazo sincero desde estas páginas. Son ejemplo de una obra que es muestra cabal del ajiaco que somos, la estirpe que nos aúpa y el camino, juntos, al porvenir.